Las Malvinas. El fin de una utopía
En diversos lugares y circunstancias aseguré que América hispana fue y es una "utopía". Lo fue en su mismo descubrimiento, esa gran utopía de Colón y lo fue en sus conquistadores, misioneros y políticos. Una de las formas en que se expresó esa utopía fue la recurrente búsqueda de islas que llenó un enorme espacio en los afa nes de conquistadores, misioneros y cronistas. Siempre se buscaban islas, siempre, y, cuando se encon traban algunas, ya al día siguiente se pensaba en la búsqueda de otras más distantes donde florecía extrañísima vegetación, yacían riquezas incalculables y habitaban hombres de una pureza primitiva. Y tras esas islas de "utopía" se volcaron hazañas y aventuras, pero también se edificaron ciudades, se levantaron universidades, catedrales, escuelas, se explotaron campos de cultivo y minerales encantados. En una de esas búsquedas, corriendo detrás de una de esas utopías, un navegante de Magallanes descubrió las Malvinas. Herederos de aquellos señores de la utopía hemos vivido muchísimos años mirándolas como se mira una utopía. Pero la utopía no da para sueños, ni para improvisaciones, ni para programas electorales; la utopía encuentra su justificación cuando se convierte en topia, como hicieron aquellos castellanos al construir Hispanoamérica para lo cual, antes que nada, establecían el gobiemo y la fe de esa topía. |
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